viernes, 19 de junio de 2009

EL TRASLADO EN AMBULANCIA DEBE HACERSE SIN PAUSA PERO SIN PRISA!


El traslado en ambulancia debe hacerse sin pausa, pero sin prisaHay que desterrar la idea de que llevar a un enfermo al hospital ha de ser una carrera a toda velocidad.

Una vez que se estabiliza al paciente «in situ», no hace falta correr
ALEJANDRA RODRÍGUEZ

Las series de televisión y las películas en las que una ambulancia llega a la puerta de urgencias de un hospital derrapando y sembrando el pánico entre los viandantes cercanos han hecho un flaco favor a los profesionales sanitarios que tienen que lidiar a diario con las complicaciones del traslado de enfermos y accidentados.

Este tipo de secuencias ha calado hondo en la mente de los usuarios, que tienden a pensar que el transporte de este tipo de pasajeros ha de hacerse a una velocidad de vértigo, como si se estuviera compitiendo en un rally.

«Hace años, se tenía el concepto de que una ambulancia era un taxi con sirenas; cuando, en realidad, el traslado forma parte de una cadena de actos asistenciales que empieza en la llamada que se hace a los servicios de urgencia y acaba cuando el afectado llega al centro hospitalario», explica Carlos Gracia Sos, enfermero del cuerpo de bomberos de Zaragoza, con 25 años de experiencia a sus espaldas.

Este especialista coincide con el resto de sus colegas en que «cuando te diriges al lugar en el que se encuentra el paciente puedes permitirte ir más deprisa», pero «jamás puedes poner en peligro la vida de los peatones, de los sanitarios que van en el vehículo o de otros conductores», señala José Luis Pérez Olmo, vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermería de Urgencias y Emergencias (SEEUE).

Una vez que el equipo médico ha llegado al lugar indicado, la serenidad ha de regir para todo el personal que va a actuar allí.

«En nuestro país no se aplica el modelo de 'coge al enfermo y corre' como en otros en los que el transporte lo llevan a cabo paramédicos», advierte este experto.

«Aquí disponemos de suficientes medios técnicos y humanos para estabilizar al paciente 'in' 'situ' y llevarlo al centro útil [que no siempre es el más cercano, sino el que puede dispensar el mejor tratamiento posible] en las mejores condiciones», continúa.

OBSTÁCULOS Y es que si un viaje en coche puede marear a cualquiera especialmente predispuesto, cabe imaginar el suplicio que puede suponer para una persona enferma o accidentada hacerlo en un vehículo que no cesa de sufrir movimientos bruscos y vaivenes.

El paciente que va en una ambulancia está sometido a fuerzas de gravedad lineales y angulares de manera que los acelerones y frenazos alteran la tensión sanguínea, la frecuencia cardiaca, la presión intracraneal y el ritmo de la respiración.

«En algunos pacientes muy graves pueden producirse paradas cardiorrespiratorias fatales», apostilla Ervigio Corral, subdirector del SAMUR y responsable de la secretaría de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).

Asimismo, la fuerza centrífuga que se advierte cuando se toman las curvas, puede incidir en todos estos parámetros si se hacen giros muy cerrados en los que el vehículo colea.

Las vibraciones tampoco contribuyen a hacer que el traslado al hospital sea agradable.

Además del latido cardiaco y la frecuencia respiratoria, también se presentan dolores abdominales y de cabeza, elevación de la tensión arterial y dificultades para hablar y comunicarse con los sanitarios.

«Es importante evitar los baches, las calles con adoquines o los terrenos irregulares», enumera Carlos Gracia, quien también insiste en la necesidad de crear un entorno confortable para el sujeto haciendo un uso adecuado de las señales acústicas y luminosas y evitando variaciones bruscas en la temperatura del habitáculo.

En definitiva, estos especialistas aconsejan realizar una conducción suave, prudente y regular.

«No conviene pasar jamás de los 40km/h, pero más importante que eso es que no se produzcan acelerones ni frenazos; si nos escoltan las fuerzas de seguridad hay que tener en cuenta que son ellos los que han de adaptarse a nuestra velocidad, no nosotros a ellos», indica este especialista, partidario de que los encargados del transporte sanitario reciban un carné profesional que actualmente no poseen y de que los vehículos vayan dotados de luces de emergencia de color azul (iguales que los de la Guardia Civil y cuerpos de Policía) y no amarillas (semejantes a las de los servicios de limpieza).

«Esto ayudaría a que los demás conductores nos abrieran camino; nos identificaría mejor entre el tráfico», sostiene Gracia.

En definitiva, «hay que huir de las verbenas sanitarias», apunta el vicepresidente de SEEUE que «son muy llamativas, pero contraproducentes».

¿Y cómo acoge la familia el hecho de que el traslado se haga 'despacio'?

«Cuando informas bien de por qué hay que obrar así no suele haber problemas», coinciden los expertos.

FDO: D.C

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